Más de la mitad de los jóvenes españoles demandan más contenidos medioambientales en las escuelas
Los jóvenes españoles citan el cambio climático como el problema más grave para el medioambiente y se han hecho más proclives al activismo ecologista en los últimos años. Esta y otras conclusiones se desprenden del informe La cultura ecológica en España: prioridades, costes, actitudes, y el papel de la escuela, que ha publicado la Fundación Endesa, en colaboración con la Fundación Europea Sociedad y Educación.
Este estudio es una edición actualizada a 2021 del primer Ecobarómetro. Cultura ecológica y educación, publicado en 2016. Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez (presidente e investigador de Analistas Socio-Políticos, respectivamente) son los autores de ambos estudios.
El Ecobarómetro 2021 plantea algunas cuestiones nuevas, como las relativas al cambio climático, en especial a su dimensión internacional, al reciente activismo juvenil en materia de medioambiente, a la movilidad eléctrica, y a la coyuntura desde la que el público general y los jóvenes formulan sus respuestas, esto es, la situación de pandemia.
El informe se basa en los datos obtenidos en octubre de 2020 en dos muestras de 1.200 y 1.000 individuos, representativas de la población de 18 a 35 años y de la población general de 18 a 75 años, respectivamente. La primera siguió una metodología online y la segunda, la de la entrevista telefónica asistida por ordenador.
A día de hoy, se trata de los pocos análisis que se hacen en España con foco en los jóvenes y la relación entre su experiencia escolar, sus opiniones y comportamientos relativos al medio ambiente, y posiblemente sea de los pocos realizados con estas características en cualquier país vecino.
En palabras de Javier Blanco, director general de la Fundación Endesa, “esta nueva edición del Ecobarómetro, es una muestra más del compromiso de la Fundación Endesa con la educación y el medio ambiente. Además de conocer el actual grado de compromiso de la población española con la sostenibilidad, la ecología y el entorno, queremos que sirva para crear conciencia social sobre la importancia de cuidar lo que nos rodea y sobre la posibilidad de encontrar soluciones para la mejora de la educación de los jóvenes en materia medioambiental.
Un 91,9% (96,7% en 2016) de los jóvenes entrevistados piensa que el problema de la conservación del medio ambiente es muy o bastante grave, y destacan tres, como en 2016: el cambio climático (citado por un 50,2%; 43,2% en 2016), la contaminación del aire (32,7%; 36% en 2016), y el agotamiento de los recursos naturales (23,7%; 28,6% en 2016).
Los resultados muestran un aumento del activismo ecologista de los jóvenes entre 2016 y 2020: en 2016, un 7% afirmó pertenecer a alguna asociación ecologista; en 2020 lo afirmó un 13,9%.
Un 53,4% piensa que la cantidad de contenidos dedicados en la escuela al conocimiento de las principales cuestiones medioambientales fue muy insuficiente o insuficiente, casi igual que en 2016 (54%). La distribución de confianzas está muy clara: un 64,3% elige a las asociaciones ecologistas y un 63% a los científicos.
Los encuestados creen que la preparación de sus profesores es muy mejorable: en una escala de 0 a 10, solo un 7,5% les otorga un sobresaliente.
El uso de Internet para estudiar temas de energía o de medio ambiente se ha incrementado desde 2016, un 25,6% este año frente al 11,2% de entonces. El trabajo por proyectos también ha crecido, de 10,6% en 2016 al 20,8% en 2020. La huella de la experiencia escolar también aumenta en 2020, un 45,1% en 2020 frente a un 38,5% en 2016.
Para Juan Carlos Rodríguez, la escuela “debería ser responsable, en parte, de aportar las bases de conocimiento necesarias para que los ciudadanos consideren críticamente los mensajes de los actores de la discusión pública sobre medio ambiente”.
Entre los tres primeros problemas que citan los españoles, las menciones a cuestiones medioambientales solo alcanzan niveles detectables con ocasión de situaciones concretas o por acontecimientos vividos de cerca. Cuando se pregunta expresamente a los encuestados por el cambio climático, un 84,5% (83,6% en 2016; 86,1% en 2007) lo percibe como una amenaza muy o bastante seria en los próximos veinte años.
Por lo que se refiere a la situación actual, solo algo más de un tercio cree que España (o la UE) esté cumpliendo sus objetivos de reducción de emisiones.
En 2020 se han incluido cuatro comportamientos medioambientales más que en 2016: un 24,4% afirma haber utilizado en el último año una bicicleta eléctrica, un patinete eléctrico o un medio de movilidad urbana parecido, y hasta un 2,7% afirma haber comprado un coche eléctrico (en 2019 un 0,9%, y en 2017 un 0,2%).
Hasta un 37,3% ha instalado algún equipamiento en su hogar para controlar y reducir su consumo de energía (en 2019 solo un 20,1%, y en 2017 un 8,5%). Hasta un 10,8% afirma haber instalado placas solares en el hogar, lo que representaría un gran crecimiento sobre las cifras de los Eurobarómetros de 2019 (1,8%) y de 2017 (1,6%).
España ocupa el 16º lugar de mayor a menor frecuencia de conductas medioambientales, por debajo de la media de la UE28 (Eurobarómetro 92.4. de 2019). Asimismo, la media de acciones medioambientales que se aplica a los españoles (Eurobarómetro 91.3) les sitúa en la posición 18 de los 28 países de la UE. Un 87,5% de los entrevistados declaró estar muy o bastante de acuerdo con una afirmación que sostenía que la enseñanza escolar contribuye mucho a formar nuestras actitudes sobre el medio ambiente.
Pérez-Díaz, Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política, insiste en que “las encuestas analizadas en este Ecobarómetro y en el anterior han enfatizado el papel de la escuela en la formación de la cultura ecológica de los españoles, especialmente las del público joven. Por ello, el tema de la educación de los jóvenes debe merecer nuestra atención”.
En las conclusiones del estudio, los autores observan una moderada, aunque creciente implicación medioambiental de la sociedad, aunque no se observen con claridad cambios sustanciales. Para avanzar en esta dirección es preciso un compromiso y una voluntad de convertir la cultura ecológica en cultura vivida.
Como señala Mercedes Esteban, directora de Investigación de Sociedad y Educación, “debemos trabajar para que el potencial de mejora ponga su confianza en la escuela a través de una reinterpretación del currículo, una mayor inversión en la preparación del profesorado y en el uso de metodologías activas. La educación tiene un papel decisivo para contribuir a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, sobre todo, para dar sentido a una ‘ciudadanía ecológica’, capaz de generar un estilo de vida que considere la naturaleza como la casa de todos”.